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EL SINDROME LOLITA
El "síndrome Lolita"
Los chicos precoces escandalizan a los adultos italianos Responsabilizan a la TV y a Internet
Isabella, de 11 años, además de maquillarse y vestirse como una velina ?las jóvenes con cuerpos espectaculares, pero poca materia gris, que trabajan de asistentes en populares programas de TV?, se saca fotos desnuda en el baño del colegio y luego las vende para comprarse ropa de marca. Carola, de 13, espera que todo el mundo se vaya de su casa para invitar a su novio de 20 a la cama matrimonial de sus padres. El ?síndrome Lolita? golpea a Italia, donde cada vez son más las pequeñas femmes fatales y los pequeños latin lovers que protagonizan episodios que, en sus casos extremos, han causado conmoción en la opinión pública. Desde hace unos años, de hecho, se han multiplicado las historias de adolescentes o preadolescentes implicados en la violación en grupo a sus compañeras de curso, hechos que filman mediante el teléfono celular; de chicos que ni siquiera han terminado el colegio primario que caen en redes del mundo de la pornografía; de chicas que súbitamente agreden y golpean a una compañera porque es más linda que ellas. Y como pasa en muchas otras partes del mundo, incluso en la Argentina, donde se registran fenómenos similares, los italianos se preguntan qué pasa con los bambini .
Para Anna Oliverio Ferraris, autora de El síndrome Lolita, por qué nuestros hijos crecen demasiado rápido (título que recuerda al personaje de la novela de Vladimir Nabokov, que trata de la pasión de un hombre culto por una niña de 12 años) la explicación es simple. Desde que nacen, los niños son constantemente bombardeados por una avalancha de mensajes indeseados e "inadecuados para su edad".
El Observatorio de Pavia, el instituto que se ocupa de investigación y análisis de la comunicación, calculó que en un año un niño italiano es alcanzado por un promedio de 33.000 mensajes publicitarios a través de la televisión. Aunque también hay que echarles la culpa de esta invasión a los mensajes que llegan a través de celulares, de la computadora en el hogar, de las publicidades callejeras, de la televisión, las revistas, ciertos diarios, etc. La mayoría de ellos no hacen más que transmitir imágenes de violencia y sexo.
Es difícil no caer víctima del «síndrome Lolita», que golpea a varones y mujeres, transformándolos en adultos antes de tiempo, pequeños autómatas que repiten gestos y actitudes cuyos significados en verdad ignoran", agrega. El caso de Diego, el chico de cuatro años que le dio un beso apasionado a su compañerita de jardín de infantes, es un ejemplo. Enterados del episodio, los padres fueron a ver a Oliverio Ferraris, pensando que su hijito había sido víctima de un abusador, que le había enseñado ciertas cosas. Después de un trabajo de investigación, la psicóloga descubrió, en cambio, que el chico sólo estaba imitando a otros compañeritos que habían aprendido semejante comportamiento viéndolo por televisión. "Diego jamás fue víctima de abuso, sino que fue alcanzado por los efectos indeseados o colaterales de todas esas imágenes eróticas, ambiguas. Imágenes que terminan por crear un clima, y por inducir comportamientos y actitudes", señala la autora. La premisa es que el mundo en el que crecen hoy los chicos es "drásticamente distinto" del mundo en el cual crecieron sus padres y abuelos, evidencia Oliverio Ferraris, que subraya que en Italia hoy es más fuerte que en otros países ese imperativo que indica que para triunfar las mujeres deben ser más sexy y seductoras que inteligentes. En este vértigo terminan cayendo también las niñas, que a la hora de los juegos quieren muñecas sexy, y que, bajo el peso del "síndrome Lolita", aprenden a maquillarse a los 5-6 años, a tener actitudes de femme fatale a los 7-8 y a salir a hacer shopping a los 8-9. Víctimas Pero el "síndrome Lolita" no sólo tiene que ver con sexo y violencia. Los niños también son fáciles víctimas de drogas y alcohol. Aunque en Italia está prohibido vender alcohol a los menores de 16 años, las estadísticas indican que los chicos empiezan a tomar a los 11, en contra de un promedio europeo que ronda los 13 años. "El problema verdadero es el debilitamiento de figuras guía del mundo de los adultos, como los padres o los docentes, que tienen dificultades a la hora de interpretar su rol.
De ahí, los chicos están cada vez más solos", indica el sociólogo Enrico Finzi.
No extraña entonces que para Oliverio Ferraris la clave para revertir esta alarmante situación es la educación de los niños por parte de los padres, algo hoy más necesario que nunca. "Pero educar significa muchas cosas", afirma. "Saber qué es bueno para los chicos en sus distintas fases de crecimiento; no dejarlos solos ni sobreprotegerlos; amarlos sin malcriarlos; darles una cultura de valores; darles una ética y una educación sentimental."
Por Elisabetta Piqué Corresponsal en Italia
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